Los caballos consumen el alimento con  cortos intervalos. Los caballos que están estabulados necesitan ser alimentados varias veces al día. Lo más ideal es  que puedan disponer del heno a discreción y sean ellos los que regulan la cantidad del forraje que consumen.

Debemos elegir heno que sea de buena calidad, de color verde, sin hierbajos, con un buen aroma que lleve seco más de seis semanas, pues de ese modo la toxicidad de algunas hierbas ya se habrá perdido.

Para que la tarea de alimentarse resulte más fácil y entretenida podemos meter el heno en una red y colgarla, de modo que el animal tenga que ejercitar sus músculos faciales para sacarla de su envoltorio y de paso se distraiga. Se suele poner colgar la red en los boxes.

Si el heno lo verteremos en un pesebre, añadiéndole unas piedras, haremos que al caballo le resulte comerlo màs difícil. Y que tenga que trabajar para sacarlo. Esto es ideal para que mueva sus  mandíbulas y pase un rato entretenido.

Es un error alimentar al caballo exclusivamente con piensos compuestos o preparados secos. No sólo porque son alimentos muy energéticos, sino porque el estrés al que se le somete al caballo encerrado cuando solo se le dan dos o tres raciones diarias de estos preparados es enorme.

Algunos hábitos compulsivos como el mordisqueo del pesebre y el tragar aire están causados por una alimentación monótona y excesiva. Especialmente si el animal sale poco de la cuadra y no trabaja lo suficiente. Es importante hacerlo trabajar todos los días mínimos media hora.

 

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