Es muy normal para los que tenemos caballos domésticos y que viven estabulados apreciar hinchazones durante el transcurso de vida de éstos en sus patas o manos. Los casos menos graves generalmente se deben a golpes sufridos en la pesebrera, en los traslados a concurso, en la cancha de salto contra los obstáculos o por alcances cuando el casco del pie golpea el talón de la mano.
Como consecuencia de un golpe aparece la hinchazón o inflamación que es una reacción natural del cuerpo del caballo en respuesta a la necesidad de enviar más sangre y células a la zona golpeada. En primera instancia una hinchazón es beneficiosa para la mejoría del caballo, sin embargo, si ésta se mantiene puede ser perjudicial y dolorosa.

Ustedes también habrán visto hinchazones cuando los caballos han estado unos cuantos días seguidos en sus pesebreras (por lluvias por ejemplo) y que luego cuando caminan no presentan cojera e incluso con un poco de trote la hinchazón baja; por lo que se atribuye al sólo hecho de haber pasado muchos días estabulados la inflamación.

La inactividad provoca hinchazón

Incluso a los caballos aparentemente sanos, se les hinchan las patas. El motivo es que se quedan demasiado tiempo parados en sus boxes. Entonces la linfa no es bombeada hacia arriba lo suficientemente rápido por parte de los vasos linfáticos de acción lenta, sino que por la fuerza de la gravedad se acumula en las patas. En la mayoría de las ocasiones, las patas traseras son las más afectadas, porque se encuentran más lejos del corazón.

Aquí el flujo sanguíneo corre especialmente lento. De esta manera, el líquido linfático se pierde fácilmente y al final se atasca en las extremidades traseras, entre el corvejón y el espolón.

Hay estudios  que demuestran que los caballos a pupilaje en boxes no andan más de 5 kilómetros al día, siempre y cuando se les monte, mientras que los caballos de escuela (estabulados) llegan a unos 10 kilómetros al día. La conclusión es sorprendente: incluso los caballos que viven en cuadras individuales abiertas y con acceso a un pequeño paddock no se mueven lo suficiente como para estimular el flujo de la linfa. Andan entre 3 y 5 kilómetros al día, a no ser que se les monte. Respecto de aquellos que pasan la mayor parte del día en el pasto, los científicos calcularon que recorren unos 5 kilómetros. Nada comparable con los caballos salvajes, que según la oferta de alimentos pueden llegar a caminar unos 20 kilómetros diarios, manteniendo así sus patas totalmente deshinchadas.

¿Pero por qué la falta de movimiento afecta tanto y precisamente a los caballos? En comparación a los humanos el sistema linfático equino es débil. El catedrático Dirk Berens von Rautenfeld tiene una explicación: “Los vasos linfáticos de los humanos han sufrido una evolución, han tenido un tiempo de seis millones de años para adaptarse”. Los caballos tuvieron que darse más prisa: su tamaño corporal se desarrolló rápido, y no lleva más de 5.000 años domesticado. Su sistema linfático no pudo con estos cambios tremendos y drásticos y por lo tanto, rinde menos.

Las consecuencias son graves. Las patas hinchadas son el primer síntoma de un edema linfático; un impacto es el estado agudo, mientras que la denominada “pata de elefante” es finalmente el estado crónico. El impacto también se llama flemón agudo (inflamación llana del tejido conjuntivo y de los vasos linfáticos) y en la mayoría de las ocasiones surge de unas heridas menores, que ni siquiera son visibles.

http://www.ecuestre.es/caballo/salud/articulo/patas-del-caballo-hinchadas-una-senal-de-aviso#

http://www.caballosonline.cl/novedades/cuidado-en-hinchazon-de-patas-por-golpe/

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